Jesús Antonio Patiño nació en Santander de Quilichao en 1963 y asegura que los campos y paisajes de esta región siempre le penetraron el alma motivándole a descubrir la esencia de la luz y las formas.
Antonio tiene un amplio recorrido como acuarelista, pero en el año 2015 cuando regresó de Houston-Texas y después de varios años sin sentirse inspirado, asegura que debió volver a sus raíces, a lo esencial, para encontrar un detonante que lo rescatara del vacío.
Lo encontró donde menos lo esperaba; en la tierra donde nació, fue la misma naturaleza la que lo llamó para que la volviera protagonista. La luz tenue entre los arrozales, el rocío de la lluvia, el reflejo de los pantanales, las sombras del atardecer y la fertilidad del Valle del Cauca le regresaron la vida y la inspiración.
Antonio realizó algunos estudios en Bellas Artes en 1982, pero asegura que como acuarelista fue autodidacta, le gusta invertir mucha paciencia en el estudio de la naturaleza, los trazos y la luz, en contraposición de lo que le exige este formato que obliga a sintetizar en poco tiempo el paisaje.
Este artista afirma que pinta con reflexión y por ello la mayoría de sus obras han requerido más de 40 sesiones y varios meses en los que reserva planos, pinta por capas, reflexiona sobre lo que se le revela y empieza a abstraer y a dar forma. “Mi composición va de acuerdo a los cambios que expone la naturaleza, me gusta encontrar el lenguaje implícito de los campos, el color, la temperatura; pinto el realismo como si fuera una obra abstracta, la magia misma que existe en el realismo” concluye Antonio.
En sus obras reúne más de 17 series artísticas y 42 exposiciones nacionales e internacionales en técnicas de óleo, acuarela, acrílico, murales e ilustraciones.
El jueves 30 de agosto Jesús Antonio trae al corredor cultural La Pared una obra que refleja la introspección del ser humano , un regreso al centro, a la esencia, para descubrir la riqueza vital que nos rodea.