Marcela Bellini Cure en La Pared
Este mes de mayo La pared se viste de claro-oscuro con la exposición de la serie fotográfica más reciente de la artista colombo-italiana, Marcela Bellini Cure.
Marcela Bellini es una caleña apasionada por el estudio de la imagen y las letras. Realizó sus primeras investigaciones en el año de 1993 cuando cursó la carrera de filosofía en la Universidad de los Andes en Bogotá; tiempo después realiza una maestría en literatura, así como una especialización en periodismo que le permitieron identificar desde muy temprano sus intereses y objetos de estudio desde la imagen, para estructurar los cimientos de sus posteriores indagaciones plásticas en el campo de la fotografía.
Encontró su pasión por la misma desde muy joven, trabajando en ella desde la adolescencia. Su obra se enfoca en la exploración de la ausencia y la soledad en espacios que la artista persigue y retrata para hacerlos existir, para hacerlos suyos. Fruto de estos intereses surge la serie originaria de su producción que le servirá en adelante como punto de partida para sus exploraciones ulteriores. Se trata de “Nadie”, un conjunto de imágenes en las que Marcela aborda la ausencia a partir del registro de diferentes escenarios, interiores y exteriores, en donde jardines, fachadas de edificios, salones de té, caminos o encuadres de playas de diferentes lugares del mundo son protagonistas. En estas fotografías la artista investiga la melancolía que le produce experimentar la soledad de estos “no lugares” donde sería ideal que hubiera un encuentro, que hubiera un protagonista que los habitara y que disfrutara de su estética y belleza, pero no es así, dicha presencia del sujeto no existe en sus composiciones.
Marcela persigue la metáfora detrás de esa ausencia que registra, la misma que refiere a las velocidades y olvidos del mundo contemporáneo retratados en estos cortes de la realidad, en esas capturas de estos espacios colmados de vacío, que al ser desprovistos de participación por parte de los individuos desaparecen, se desdibujan e invisibilizan ante nuestros ojos.
Nadie en Italia laberinto es entonces una continuación de dicha búsqueda. En esta serie Marcela retoma su marco de investigación conceptual acostumbrado, en el que el estudio y la observación de la ausencia y la soledad vuelven a ser protagonistas, ahora para ampliar sus posibilidades e influencia en el espectador. Nos volvemos a encontrar con imágenes de escenarios desprovistos de personas, de sujetos que interactúen con la arquitectura o los espacios retratados, pero ahora nos invita a reparar en detalles de la arquitectura tradicional de las calles de Italia que de otra manera no veríamos, fachadas cargadas de belleza que pasarían desapercibidas por cualquier transeúnte que deambulara por ellas de no ser por su búsqueda y atracción por la nostalgia que despiertan en ella estos espacios indeterminados, solitarios, vacíos y ausentes de participación humana. En esta serie, Marcela rescata de la indiferencia cotidiana, fachadas con inquietantes elementos y detalles arquitectónicos cuyo punto de tensión visual se concentra en la aparición de puertas y ventanas que llaman su atención por la suntuosidad, misterio y monumentalidad que las caracteriza; en cada imagen conduce al espectador por un recorrido fantástico en el que juega con la apariencia de realidad de los escenarios superpuestos, que emergen detrás de cada puerta una vez estás son abiertas en cada composición. Una sensación de alivio se apodera de quién espera del otro lado al descubrir estas imágenes de lo que aguarda detrás. Senderos, playas y laberintos, laberintos de piedra y vegetación, emergen ante la mirada del espectador revelando un universo que invita a ser descubierto con detenimiento a ser atravesado con precaución. En cada fotografía los laberintos revelados detrás de cada puerta y ventana se comportan como umbrales, como lugares de tránsito hacia otra realidad, hacia otra dimensión; a través de estas aberturas Marcela evoca mundos intrincados y vertiginosos, que dentro de sus armónicas composiciones logra minimizar y hacer pasar por ciertas.
Para esta exposición, la artista nos presenta 12 fotografías en gran formato impresas sobre seda, un material poco convencional, delicado y sutil que les atribuye a su vez un aura de ensueño a cada una de las imágenes.