María Eugenia Soldevila nos comparte en La Pared su encantamiento por una cultura milenaria que desde los 24 años, cuando leyó el libro «El Milagro Japonés», la dejó impregnada de su trascendencia. «A partir de ahí, quise leer todo lo que tuviera que ver con Japón, iba a todas las muestras y exposiciones que me informaran sobre esta cultura. Finalmente cuando viajé, tuve el privilegio de llegar en la semana cuando estaban los los cerezos en flor y ahí sí quedé maravillada».
Lo que ella sintió en ese primer contacto real con el país oriental está plasmado en la obra. Ella quedó cautivada con sus paisajes, aromas y tradiciones, y en particular con el mundo de las geishas. «La cultura es dinámica, preservarla sin influencias es difícil. En Japón quedan pocas Geishas auténticas portadoras de la tradición original. En las calles, especialmente durante el festival de los cerezos se ven estudiantes de universidad vestidas con atuendos similares a los de las Geishas, pero realizados con materiales modernos y más cómodos. En general esto pasa en todos los aspectos culturales de una sociedad, la música, la poesía, las artes plásticas, cine, danza, gastronomía etc. Con frecuencia sucede que las muestras de cultura tradicional, en un entorno tan cambiante y dinámico, quedan rezagadas a representaciones para el turismo”.
María Eugenia utilizó una técnica de pastel , lápiz y tinta dorada y plateada para reproducir el grabado japonés. Con las fotografías expuestas hizo un paralelo con el mundo
contemporáneo.
María Eugenia estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Prilidiano Pueyrredón, en Buenos Aires, se especializó en Holando y cuando vivió en Estados Unidos hizo una
licenciatura del arte y maestría en arte y cultura.